A veces me canso de que repetir a la gente que no estoy nervioso, que no pienso más rápido de lo que hablo, que no me pasa nada. Simplemente, soy tartamudo. Y no, no hay cura, porque hasta donde se conoce, no es una enfermedad. Otra cosa es que me ponga enfermo al ver a la gente reaccionando con caras raras a mi manera peculiar de hablar.
Por eso, me he tomado la licencia de poner aquí un artículo de mi buen amigo Cristobal Loriente, para los que sintáis curiosidad sobre el tema.
La tartamudez no es una enfermedad
¿Qué es la tartamudez? ¿Cuál o cuáles sus causas? ¿Por qué los tartamudos tartamudean sólo en situaciones de diálogo y no cuando están solos? ¿Y por qué lo hacen casi siempre con su nombre y no con otras palabras menos comprometidas? Éstas son algunas de las preguntas que la ciencia aún no es capaz de responder para desesperación de investigadores y tartamudos. Pues bien, el profesor Cristóbal Loriente Zamora -doctor en Sociología, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, profesor de Sociología y Antropología Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia y autor de la tesis doctoral La tartamudez como fenómeno sociocultural: una alternativa al modelo biomédico y del libro Antropologia de la tartamudez. Etnografía y propuestas (Bellaterra, 2007)- nos acerca a este fenómeno y al drama de miles de personas estigmatizadas que son además innecesariamente medicadas por el mero hecho de tener un patrón de habla diferente. Cuando la tartamudez no es ni una enfermedad mental ni, como comúnmente se cree, consecuencia del nerviosismo, la inseguridad o la existencia de un trauma psicológico sino que está inscrita en las profundidades de quienes la portan siendo simplemente algo tan singular como la zurdera de los zurdos.
“La disfemia –vocablo que designa el patrón de habla tartamudo- ha sido, y continúa siendo un enigma para los foniatras, para los investigadores y para los propios enfermos”. Enigma que supone “la desesperación del médico, la oportunidad de los charlatanes y la vergüenza de la Foniatría”. Así de contundente se mostraba el doctor Jorge Perelló, el investigador español más destacado del siglo pasado en esta materia. Y es que a pesar de su complejidad -o precisamente por ella- las ciencias biomédicas que han estudiado este fenómeno -principalmente la Otorrinolaringología, la Foniatría, la Psicología y la Logopedia- han propuesto explicaciones de distinta naturaleza que conviene analizar críticamente a fin de lograr la necesaria dignificación que requiere la tartamudez.
Infiero que la mayor de los lectores habrá conocido a algún tartamudo a lo largo de su vida -en el trabajo, la escuela, el instituto, la universidad, etc.- y que, posible sonrisa o carcajada que les pudiera provocar aparte, sus esfuerzos y gestos por sacar las palabras les habrán dejado perplejos preguntándose sobre la causa. Y como la mayoría de las personas tartamudean en ciertas situaciones sociales –principalmente cuando están nerviosas o ante una gran audiencia- infiero igualmente que habrán pensado que los tartamudos sufren simplemente ese nerviosismo o inseguridad en mayor medida. Bueno, pues tal extrapolación es un error. Es como pensar que los zurdos utilizan la mano izquierda porque tienen la derecha ocupada. O que los enanos lo son porque siempre vistieron ropa pequeña. O que los homosexuales lo son porque nunca disfrutaron de una buena compañía heterosexual. Y es que hay que dejar claro que la tartamudez de los “fluidos” –esto es, de los que normalmente hablan con fluidez- nada tiene que ver con la de los tartamudos. La “tartamudez de los tartamudos” no es consecuencia del nerviosismo, la inseguridad o la existencia de un trauma psicológico, su tartamudez está inscrita en las profundidades de quienes la portan por lo que es tan singular como la zurdera de los zurdos, el enanismo de los enanos, el gigantismo de los gigantes, la homosexualidad de los homosexuales o la ancianidad de los ancianos. Como bien escribía una tartamuda en un foro virtual: “Soy nerviosa, lo admito, pero ha llegado un punto en el que no aguanto que asocien mi tartamudeo a mi carácter. No es que sea nerviosa, ni soy tan lista que pienso más rápido que hablo, ni soy impaciente, ni estoy permanentemente en situaciones de estrés, ni cansada, ni en exámenes; ni soy inquieta, ni ansiosa... Soy tartamuda. Simple y llanamente”.
Dolorosa Estigmaticación
En suma, la “tartamudez de los tartamudos” –que en lo sucesivo llamaré tartamudez a secas- es única, singular y en cierto modo inevitable. El problema es que en su día la Medicina la concibió e interpretó como un conjunto de síntomas –es decir, un síndrome- que debían tratarse médicamente y cuya etiología -causa o causas- fue variando según el paradigma dominante de cada época. Y así se hablaría de descompensación humoral, lengua anatómica y funcionalmente patógena, personalidad anómala, impulsos nerviosos irregulares, consecuencia de fijaciones anales u orales todavía no resueltas, genes defectuosos, presión comunicativa excesiva, etc. Hasta llegar a nuestros días en que el DSM-IV-TR -el manual de obligada referencia para el diagnóstico de las enfermedades mentales- de la American Psychiatric Association de Estados Unidos establece que se trata de un “desorden mental”. Más concretamente un trastorno de la comunicación. En otras palabras, la biblia de los psiquiatras clasifica la tartamudez como enfermedad mental. Nada menos. Simplemente ¡porque no consiguen detectar ninguna anormalidad en el aparato fonador, neuromuscular o respiratorio del tartamudo!
Es decir, que se ha diagnosticado y clasificado como conducta anómala propia de una enfermedad mental porque sus síntomas no parecen obedecer a disfunción fisiológica alguna. Con lo que la tartamudez, a causa de esa decisión arbitraria de algunos miembros de la clase médica, ha sido estigmatizada dañando grave y gratuitamente a los tartamudos. Destacados sociólogos -como Erving Goffman o Peter Fiedler- así lo denunciarían recordando que un estigma es “la posesión de un atributo socialmente desacreditador” y que los tartamudos han sido claramente estigmatizados al crearse un estereotipo sobre su singularidad absolutamente humillante y cruel. Estereotipo según el cual los tartamudos son personas nerviosas, introvertidas, inseguras, tensas, tímidas cuyo origen está en las investigaciones que la Biomedicina llevó a cabo durante el siglo pasado. “El hecho de concebir al tartamudo como una persona nerviosa, insegura o que tiene miedo a hablar –explico en la tesis doctoral que con el título La tartamudez como fenómeno sociocultural: una alternativa al modelo biomédico publiqué recientemente- es consecuencia de las teorías que consideran la tartamudez como una afección de origen nervioso; suponer o sospechar que un tartamudo es una persona traumatizada (o con algún tipo de trauma de origen infantil) es fruto de las teorías de corte psicoanalítico o psicodinámico; asociar el patrón de habla tartamudo y la personalidad es el resultado de las investigaciones de la Psicología psicométrica; y por último, quienes consideran que el tartamudo presenta irregularidades neurológicas con consecuencias en la coordinación de sistemas, movimientos y similares se basan en las investigaciones científicas que arrancan en 1929 en la Universidad de Iowa (EEUU)”.
En suma, clasificar la tartamudez como síndrome patológico y, en concreto, como desorden mental ha generado un estereotipo que ha estigmatizado injustamente a los tartamudos. Y nadie es ajeno al mismo porque como el estereotipo es omnipotente y omnipresente la comunidad tartamuda siempre estará acompañada de una sombra que la condena al ostracismo o, como ellos mismos denuncian, a lamuerte social. Se trata además de un estigma que termina penetrando lenta pero insidiosamente en la psique del tartamudo hasta constituir su centro de gravedad, especialmente en las edades en las que la persona es más débil como la adolescencia y la juventud.
¿Y cómo repercute el estigma en el estigmatizado? ¿En qué se traduce? Pues en sufrimiento. Porque estigma es sinónimo de sufrimiento. Todas las investigaciones -incluidas las de personalidades como Corcoran y Stewart- reconocen que éste preside la vida cotidiana de todo tartamudo. Transcribo el testimonio en un foro de uno muy atormentado -que a mi juicio representa el estado de ánimo de gran parte de la comunidad tartamuda joven o adolescente- como simple muestra: “Hola a todos. He escrito en anteriores ocasiones. Me llamo Roberto, tengo veinte años y tartamudeo desde siempre. Ya estoy harto de todo esto. Muchas veces se me pasean ideas suicidas por la cabeza. Nunca lo he intentado pero creo que si en alguna ocasión en que estuve mal hubiese tenido un arma seguro que me volaba la cabeza. Sé que necesito ayuda psicológica pero, bueno, tampoco la he buscado. Estoy muy inconforme con esta forma de vida. He llorado muchísimo por esto, como todos ustedes, pero yo casi he arrojado la toalla. No puedo hacer nada. Yo creo que ser tartamudos nos ha arruinado la vida a todos nosotros. Por lo menos yo nunca seré feliz. Adiós”.
¿Son o no estas palabras ejemplo de cómo el sufrimiento de las personas que tartamudean puede llegar a transformarse a lo largo de la vida en dolor existencial, en un dolor que puede perturbar la realidad subjetiva y afectar a la identidad tanto como el dolor físico? “La aparición del dolor es una amenaza temible para el sentimiento de identidad” porque “el dolor induce a la renuncia parcial de sí mismo, a la continencia por la que se apuesta en las relaciones sociales”, escribe David Le Breton en su obra Antropología del dolor. Añadiremos que es cierto que el dolor existencial tiene muchas caras pero todas impiden o dificultan la consecución de objetivos vitales como la formación académica, el matrimonio o el trabajo. En suma, la tartamudez se ha convertido en un grave impedimento para satisfacer las necesidades vitales del tartamudo por el simple hecho de que se le ha estigmatizado gratuita e injustamente.
Cabe añadir que la clasificación de la tartamudez como “enfermedad mental” –algo tan absurdo como improcedente- ha llevado además a que los tartamudos sea considerados unos enfermos a los que hay que “tratar” médicamente; es decir, con fármacos. Un auténtico dislate porque tras siglos de hipótesis -más o menos disparatadas- para explicar el “fenómeno” a día de hoy los “expertos” siguen sin saber las “causas” de la “enfermedad”. Y sin conocer la causa de una enfermedad es imposible afrontarla. Luego hacer ingerir fármacos a los tartamudos es un sinsentido.
Recordemos de hecho que la mera definición de tartamudez ha sido ya tan variada que autores como Culatta y Goldberg manifiestan con ironía: “Si reuniéramos a diez logopedas tendríamos once definiciones de tartamudez”.
La tartamudez no tiene tratamiento médico
En definitiva, debemos afirmar con rotundidad que tratar la tartamudez médicamente carece de sentido. Francois Le Huche explica en su obra "La tartamudez, opción curación", la existencia de ¡más de 200 tratamientos! sin que ninguno haya demostrado mayor eficacia terapéutica que unplacebo. En ese sentido la Agenciade Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la Junta de Andalucía llevó a cabo precisamente en el año 2007 un magnífico trabajo sobre la eficacia de los tratamientos de la tartamudez y su conclusión fue tan clara como concisa: “No se han encontrado intervenciones para la tartamudez claramente eficaces en términos de resultados relacionados objetivamente con el habla” (el trabajo puede consultarse en www.juntadeandalucia.es/salud/contenidos/aetsa/pdf/tartamudez_def2.pdf)
Comentarios
Pues si no sabemos su origen, ni qué lo provoca, ni al parecer nada sobre el asunto ¿cómo puedes afirmar que no es una enfermedad?
#4 Estoy de acuerdo. En cualquier caso es una condición no deseada puesto que no sufrirlo mejoraría la comunicación, ¿no?
#5 Es una moda relativamente nueva: "tengo un problema pero no quiero que se le llame problema". El ejemplo más famoso es el de algunos sordos de nacimiento, que no consideran que les falte de nada (algunas parejas incluso buscan tener hijos sordos a idea). A mí me da igual lo que piensen los sordo, pero no voy a seguirles el juego simplemente porque a ellos les dé la gana. Las cosas hay que verlas con objetividad, y no desde un obligado punto de vista subjetivo.
#6: Peor aún: se oponen a los implantes cocleares en niños, pese a que es algo que se ha constatado que les ayuda mucho. Pero claro, ahora la moda es decir "¡eh, mirad, soy especial!", aunque esa especialidad sea algo que nadie más querría salvo tú.
#6 Justo lo que iba a decir. Según la noticia, los tartamudos tienen "un patrón de habla diferente". Supongo que, en este caso, los miopes tendrán un patrón de visión diferente y los cojos un patrón de caminata diferente.
#5 Y el autoestima, las relaciones sociales, etc.
Ha llegado el momento de que la sociedad entienda y asuma que la tartamudez no es una enfermedad sino una singularidad de nuestra especie que exige ser respetada y dignificada. Como todas las singularidades.
No se, pero si yo fuera tartamudo, ante tal investigación sólo diría: "por favor, dejen de buscar justificaciones a mi situación y sigan buscando una solución". Yo no tengo ese defecto, pero si tengo otros y no los considero "peculiaridades", los considero auténticos problemas y me gustaría que no formasen parte de mi vida.
A mi me cuesta recordar las caras de la gente, y espero que jamás venga alguien diciendo que es una peculiaridad a respetar, sino que se siga enfocando como un problema al que habrá que buscar una solución.
#8: prosopagnosia, ¿verdad? Yo solo podría tener una pareja con ese "problema" o "peculiaridad".
#22: O prosopamnesia (problemas para recordar) o mezcla un poco de ambas, no lo se.
Lo digo porque si me pones actores diferentes en una peli, les distingo más o menos, pero me cuesta hacerme a las caras.
Esperemos que pronto encuentren formas de arreglar el cerebro, aunque me temo que tendré que ser yo el que lo haga inventando algún tipo de sistema de entrenamiento o algo.
#23 Jugar al Quien es quien?
No se como no hay version digital, con multitud de catalogo sde fotos. Yo tuve uno de de animales, pero podria ser de politicos, delicuentes, chinos, negros, mujeres, cuerpos.
#27: Si el problema es igualar el tono de piel, tapar el pelo, los pendientes, evitar las caras con barba o bigote... y aún así las cejas son un problema o algunos rasgos demasiado marcados.
Sería internaste saber "qué ve el cerebro en una cara y qué recuerda", y con un algoritmo adecuado, generar esos patrones de forma aleatoria. Si de hecho este tema está poco estudiado, ni siquiera se si es genético y debería abstenerme de tener hijos (porque eso si, no quiero dejar este "regalito" a nadie).
Es un asunto complejo, no se si pondré crear algún entrenacerebros, de vez en cuando intento buscar información para ver si hay novedades.
#28 Pues las cejas deben ser importantes sin ellas hay caras que no se conocen.
Creo que lo que mas distingue son las cejas y la nariz, Por eso me ha parecido absurda la tira negra que anonimizaba las caras antiguamente y no tapaban las cejas. Habia alguna tiras que eran un cachondeo casi solo tapaban las pupilas.
#31: Bueno, yo recuerdo a una chica que la pusieron una línea rosa con algo de degradado a la altura de las pupilas, y claro, la chica al hablar movía la cabeza, con lo que sin querer la reconocías (quién la conozca).
El día que suban los telediarios de RTVE al archivo... nos vamos a reír con eso que comentas.
Me gusta lo que he leído. Es horrible que la medicina trate a los tartamudos como enfermos.
Aún así no me convence del todo.
¿No existen casos de tartamudez temporal/traumática?
Mi propio padre, cuando era niño, estando cerca de su casa en un entorno rural, se prendieron fuego unos matorrales y con el humo se perdió y de susto se volvió tartamudo temporalmente. Tenía 4 años. se le pasó y recuperó el habla normal pasados unos meses.
No dudo que exista una predisposición genética e innata para la tartamudez pero ¿Puede un diestro volverse zurdo (o viceversa) por un trauma emocional?
Lo que quiero decir, es que la clasificación de "enfermedad mental" o "desorden mental" por la medicina actual es consecuencia de muchos muchos años y muchos muchos casos. No será correcto en todos los casos de tartamudez, pero no andarán tan desencaminados.
#7 Mi viejo es ligeramente tartamudo. Yo tenía tartamudez muy de crío, pero un año con una foniatra/psicopedagoga y se me quitó para siempre. O los ejemplos que pone #16.
#0, si lo comparas con la homosexualidad o la ancianidad diciendo que no es una enfermedad, te equivocas muchísimo. No conozco ni un solo caso de homosexualidad o ancianidad que se haya "curado" con tratamiento.
#17 En Nueva Guinea? hay un tribu que homosexualiza a los niños a partir de cierta edad. Los separa de las madre y solo tienen relaciones con hombres. Lo hombres y mujeres no se relacionan y solo tiene sexo minimo para fecundar a las mujeres.
No sé si habra muchos heteros que no salen del armario.
#25 Hm. Que se tenga comportamiento heterosexual u homosexual obligado no quiere decir que una persona sea homosexual o heterosexual. ¿Cuántos homosexuales ha habido a lo largo de la historia forzados socialmente a procrear con mujeres?
No hay un solo estudio científico que avale que se pueda cambiar la orientación sexual mediante acondicionamiento o terapia.
#7 Es horrible que la medicina trate a los tartamudos como enfermos
Es que eso no es así. La medicina define la tartamudez como un transtorno del habla, nunca como una "enfermedad".
#0 El artículo que citas se pregunta: "¿Por qué los tartamudos tartamudean sólo en situaciones de diálogo y no cuando están solos?"
¿Esto es así? De ser cierto, creo que aporta una pista muy importante de los mecanismos implicados en la tartamudez. Si un tartamudo puede hablar de manera fluida en determinadas circunstancias, sería signo de que hay "algo" que le impide hacerlo en el resto de las veces. También he oído que los tartamudos pueden cantar o recitar con fluidez, ¿es verdad o es otro bulo?
Gracias por hacernos saber más sobre este tema. He trabajado con varias personas tartamudas, y he sido testigo de sus dificultades (casi siempre creadas por los "oyentes"). Pero nunca he tenido confianza con ellos para preguntarles abiertamente sobre el tema.
¿Entonces lo de Demóstenes y su esfuerzo por paliar su defecto de dicción y convertirse en el más grande orador griego es leyenda?
https://lamenteesmaravillosa.com/demostenes-gran-orador-tartamudo/
Recuerdo un copiloto de rallies que era tartamudo pero cuando se ponía a apuntar al piloto los tramos era increíblemente rápido hablando, no sé si porque lo estaba leyendo o por la tensión del momento. Es realmente un misterio.
¿Y si pudiéramos transmitir nuestros pensamientos desde nuestra mente a otra mente a través del aire en tiempo real? Llamaremos a eso... telepatía. No, espera, existe, se llama habla y es una puta obra maestra de la evolución.
A veces se nos olvida lo increíblemente complejo y fantástico que es que seamos capaces de comunicarnos verbalmente. Raro sería que nadie tuviera problemas.
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#0 ¿Te molesta que se catalogue como enfermedad mental?
¿Te molesta que se catalogue como enfermedad?
Si hubiera un dispositivo, algo como lo que quiere conseguir Neuralink que fuera tan poco invasivo como una operación Lasik, que sintetizara en voz directamente lo que quieres decir, ¿lo usarías? ¿Y si se conectara a tu aparato fonador y corrigiera el tartamudeo?
Respecto a ese hipotético aparato, ¿crees que funcionaría?¿O crees que el problema está en la formación del discurso en tu mente en tiempo real?
#11: Más simple: una pastillita que te la tomas y lo corrige a los tres días. ¿Cuántos tartamudos la tomarían?
#29 Tod... tod.... tod.... tod.... tod.... tod.... tod...avía estoy contando.
Me alegra ver que el artículo ha dado para debate. Ese era su principal objetivo
La alopecia tiene similitudes con la tartamudez en cuanto a que lleva aparejada otros estigmas: el de viejo y enfermo. Son falsos, pero igualmente causan sufrimiento y retraimiento social.
Medicalizar la alopecia, cuando no es una enfermedad, contribuye a reforzar el estigma.
#2 Ojalá los tartamudos tuvieran la opción del viaje a Turquía como los alopécicos
#2: La alopecia es un problema estético porque te fuerza a tener un estilo que a lo mejor no te gusta.
¿Cuánta gente ves con el pelo rapado al cero? Pues eso es la alopecia, pero sin opción a elegir otra estética.
Me parece muy normal que la gente opte por trasplantarse el pelo.
Y si las osteoplastias de estatura fueran más baratas, yo ya me había hecho una.
Quiero que mi cuerpo sea como a mi me gusta, no que mis gustos sean como el cuerpo "que me tocó".
No quiero ser peculiar ni especial por mi cuerpo, sino por lo que consiga en la vida.
#10 El pelo de la cabeza tiene una funcion aparte de estetica. Aisla del calor y del frio. Santiago segura se tuvo que meter una sandalia dentro del casco, porque el Sol le estaba acribillando por los agujeros.
Es un programa genetico, que pocas ventajas tiene. Si te quieres rapar solo te ahorra raparte lo mas facil de rapar.
No se cuanto mides, pero los estiramientos de altura son bastante duros.
#24: Del pelo, afortunadamente no tengo calvicie, pero hablando con alguna persona, notas que es algo que a muchos les fastidia, que no se puede tratar en plan "pues te acostumbras y listo, acéptalo, siéntete orgulloso...". Hay cosas que no nos gustan y no hay vuelta de hoja.
Lo de alargar huesos lo he leído, que algunos días duele bastante y que hay que hacer muchos estiramientos y lleva varios meses. Con teletrabajo sería algo totalmente llevadero en mi opinión. ¿Que es más sencillo no hacer nada? Si, pero a mi me fastidia no ser tan alto como muchas otras personas, y tampoco es cosa de pasarme toda la vida envidiando a los demás, a lo mejor es mejor dar el paso y cambiar lo que no quiero de mi vida.
Si os aviso de que la frase típica de "acéptate a ti mismo" puede sentar bastante mal, y contradecir a la persona en contra de la evidencia, tampoco es buena idea, y esto es válido para todos los complejos. Si a una persona con muchos granos la dices que no tiene granos, va a pensar que la estamos llamando tonta a la cara.
#2 Vamos, en resumen, que no quieres que se llame enfermedad ya que crea un estigma. Llámalo desorden o trastorno neurológico (que es otra forma de llamarlo)...
Que quieres que te diga las cosas se llaman por su nombre, yo tengo una enfermedad rara, ni tiene cura, ni se sabe de dónde viene y la época de mayor incidencia de esta enfermedad es entre la primera y la segunda década de vida y he tenido que soportar burlas y motes. Pero nada de esto hace que deje de ser una ENFERMEDAD con todas y cada una de sus 10 letras. No, no es una "singularidad" ni me hace ser menos digno (excepto si me hubiese afectado al nivel de haberme dejado en caja de pino como a otros, ahi ya ni digno ni hostias).
Lo siento pero la gente tiene que aprender a vivir con sus cosas, a ignorar al resto y que les den por culo. No es cuestión de dejar de llamarlo enfermedad, es cuestión de afrontarlo de distinta manera.
#12 Creo que desorden o trastorno neurológico es lo correcto. No es una particularidad biológica sino algo a corregir.
Soy tartamudo. Bueno, sólo un poquito (o eso me gusta pensar).
#0 deal with it.
#2 Pues yo la alopecia siempre la he considerado una enfermedad. Al fin y al cabo el pelo tiene unas funciones mas allá de la estética (proteger del sol y el frío), aunque actualmente podamos atajar las desventajas con crema solar o una gorra.
#2 aquí un calvo a quién le jode que los anuncios digan "que sufro alopecia". ¿Por qué la tengo que sufrir? ¡Dejame en paz con mis características!
#30: Si no sufres de alopecia entonces el anuncio no es para ti.
Es como el anuncio que me salió una vez de "date esto para tu barba", ofende un poco porque no me gustan las barbas, pero realmente no iba dirigido a mi.
#34 y así me lo tomo, pero otra gente con menos autoestima puede llegar a pensar que es algo que hay qe sufrir. Y para sufrir, ya están las hemorroides, deja a los calvos en paz.
#35: No es cuestión de autoestima, es cuestión de que no quieres ser calvo y punto, no se por qué metes la autoestima en todo esto, cuando estamos hablando de un problema estético. A lo mejor a ti te gusta ser calvo, pero hay muchísima gente que no lo quiere ser y es normal que en cuanto puedan escaparse, lo hagan.
Esto no lo digo como calvo, pero si como alguien con una estatura insuficiente y que si pudiera (es caro), la corregiría.
#36 lo que creo es que el hecho de que la "solución" exista hace que parezca más fácil solucionarlo que asumirlo. No quiero prohibirlo, ni se me ocurre. Pero si tienes las orejas grandes y tienes la posibilidad de operarte, algunos de operarán, y los que no lo hagan, por simple estadística, quedarán más lejos del centro de la campana de Gauss.
Si un 30% es Calvo, no pasa nada, si la mitad de los calvos de transplantan, solo habrá un 15% de calvos, y alguno que lo podría asumir, le generará más ansiedades.
De todas formas, es inevitable, todo lo que se pueda hacer, se va a hacer, está en nuestra naturaleza. Independientemente de que me guste a mi o no.
#37: O sea, que lo que estás proponiendo es que para que unos se sientan mejor, obligar a otros a padecer un problema que no quieren padecer.
¿Y si alguien no quiere "asumir" algo que no quiere? ¿Que se fastidie, pese a que hoy en día pueda poner remedio a su problema?
#38 No, no lo propongo, sé que es imposible. Esto es una charla de bar, no tengo capacidad para proponer nada. Y niego que sea un problema, es una característica.
#39: Es que no es proponer nada. Si un calvo asume su calvicie, no necesita de más calvos para ello, y si los necesita es que esa persona no quiere ser calvo y lo mejor que puede hacer es poner un remedio a su problema.
#40 el problema es su gusto, no la realidad. ¿Piensas que los negros que se trataban a principios del siglo XX para blanquear su piel era por gusto, y que su negritud les causaba sufrimiento? ¿O por el contrario es el síntoma de una sociedad racista?
#41: ¿El problema es el gusto? O sea, la culpa es de las personas por preferir tener pelo (por preferir ser como son otras personas similares a ellas, que no estamos hablando de nada antinatural).
Lo digo otra vez, si un calvo necesita de que otras personas también sean calvas, es que en el fondo tampoco quiere ser calvo.
Lo del racismo no se a qué viene.
La alopecia tampoco.
Yo creo que algún desórden neurológico hay, pero de ahí a catalogarlo de enfermedad mental hay mucha distancia.
Por otro lado eso de reírse de la gente será algo típico español o yo que sé, pero a mí nunca se me ha pasado por la cabeza.
Además, una vez estás un tiempo con una persona tartamuda ni siquiera notas el tartamudeo.
El DSM-5 se publicó en 2013, haciendo que el DSM-IV-TR ("text revised") quede obsoleto.
https://es.wikipedia.org/wiki/DSM-5