La farsa de la corrección política sólo es superada por su fanatismo, que ha crecido con considerable intensidad en los últimos años. El "culto de la no discriminación" postmoderno se vuelve más desesperado cuanto más triunfa. ¿Resultado? El hombre postmoderno finalmente encuentra satisfacción en lo único que le queda: el poder. La superioridad moral es una fuente innegable de poder sobre otras personas. El poder de callara a los demás calificándolos como "fanáticos" es sutil, pero potente. Esas técnicas no funcionaron contra Donald Trump.
Comentarios
Todo el puto día con el pato Donald, Y QUE ESTA PASANDO EN VENEZUELA !!!!
El pitocorto de la papada es un capullo y, probablemente, homosexual.