Hace 10 años | Por czero a sinpermiso.info
Publicado hace 10 años por czero a sinpermiso.info

En el mundo posterior a 2008, el capital está todavía menos interesado en la creación de valor que entre 1970 y Lehman Brothers. Asistimos a un fenómeno notable: mientras los Estados andan rebañando en el fondo del barril para cuadrar las cuentas, cerca de 2B de dólares de ahorro ocioso andan brujuleando por Europa y UK, demasiado amedrentados por la baja demanda como para decidirse a inversiones productivas. En vez de invertir en máquinas y trabajo calificado, las grandes empresas usan su efectivo para recomprar sus propias acciones en...

Comentarios

zenko

bastante de acuerdo en el análisis salvo en "b) operar a nivel paneuropeo sin desbaratar la soberanía nacional" nonono, esto hay que desbaratarlo, es uno de los males que nos acosan

c

"Pues, en efecto, cuando la señora Thatcher residía en el número 10 de Downing Street empezaba a abatirse sobre Wall Street un verdadero tsunami de capital procedente de Japón, Alemania, Holanda, Francia, los países productores de petróleo o (luego) China: eso cerraba el circuito de reciclaje y financiaba los déficits norteamericanos. Ni un segundo tardaron los banqueros de la City de Londres y sus amigos políticos conservadores en elaborar un nuevo modelo de negocio para el Reino Unido: convertir la City financiera de Londres en una estación de paso capaz de mediar entre Wall Street y las naciones exportadoras netas del mundo. Y deshacerse así de la propia industria (infestada de sindicalistas).

Años después, en 2008, las pirámides de dinero privado construidas por la City de Londres y Wall Street sobre la peana de ese tsunami constante de capital se desplomaron y ardieron. Al comienzo, los europeos dibujaron una sonrisa. Fue el momento del: “ya os lo avisamos”, espetado a unos anglosajones que se habían pasado una o dos décadas cachondeándose del terco y anticuado empeño del Continente en la producción industrial. Pero ese momento, ¡ah!, duró muy poco. No tardaron en darse cuenta de que sus propios bancos estaban rebosantes de activos tóxicos y de que habían permitido a sus banqueros incurrir en deudas (o “apalancamientos”) el doble de grandes que los de los banqueros de la esfera anglosajona. Dicho simplemente: la burbuja de la señora Thatcher había sido subrepticiamente exportada a Francfort, París, Roma, Madrid, Bruselas, etc. Lo mismo que el “modelo” de construir una competitividad fundada en una contracción salarial, que puso a las economías locales –encandiladas y eclipsadas por las ostentosas urbanizaciones y el brillo glamoroso de la jet set globalizada— en un permanente estado de lenta combustión recesiva."


"Eso no quiere decir que estemos cerca de estar en condiciones de reemplazar el capitalismo, El realismo nos obliga a reconocer que quien hoy está plenamente al mando del continente europeo es la Bancarrotocracia, y que las únicas fuerzas en marcha son las de la extrema derecha más obtusamente fanática. La izquierda no puede volver a equivocarse como en los años 30, pensando que la gran crisis llevará de modo natural a algo mejor. Muy bien podría ser que lo que trajera consigo fuera la más abominable distopía. Por eso es esencial estabilizar el capitalismo –a través de la regulación bancaria, de un vínculo entre los bancos centrales y la inversión pública y de una red de seguridad social más amplia—, al tiempo que se lucha por una revitalización de la democracia a todas las escalas: local, nacional y europea."