Hace 9 años | Por Shelton a eldiario.es
Publicado hace 9 años por Shelton a eldiario.es

El desarrollo de los partidos políticos en cualquier país depende mucho de sus regímenes políticos. Por ejemplo, la larga y estable tradición liberal-democrática de países como el Reino Unido, los Países Bajos o Bélgica les hizo vivir prácticamente todo el ciclo de evolución de las organizaciones. Otros países más tardíos, como Alemania, o más inestables, como Francia o Italia, vivieron un desarrollo más irregular, pero también paralelo. Sin embargo, España es un país que destaca por su fracaso a la hora de constituir regímenes homologables...

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El artículo no tiene desperdicio. Por ejemplo:

«Se trataba más bien de familias y corrientes que, amparadas por el aparato del Estado, fundarían nuevas organizaciones para pilotar el proceso. En ese contexto de incertidumbre surgieron los partidos políticos modernos en España. Eran formaciones principalmente dirigidas por élites, casi sin militantes ni cuadros, sin recursos organizativos y sin tradición histórica de continuidad. No sería hasta mucho más tarde, hasta la estabilización y expansión del sistema de partidos a partir del final de la Transición, cuando los partidos españoles quedarían configurados en sus rasgos básicos. Esto es relevante porque apunta que estas organizaciones aparecieron en España en la fase final del «desarrollo» de los partidos, cuando los partidos de masas habían quedado atrás.»

«Según el modelo de cartelización, los partidos tienen una relación con el Estado basada en el control de puestos de gobierno. Su finalidad no es tanto la implementación de programas como asegurarse de que disponen de más spoils o rentas para repartir entre los suyos. Para ello, los partidos suelen intentar limitar la competición política, restringiendo la entrada de nuevos actores mediante barreras a la entrada a nuevos partidos. Además, la inmensa mayoría de los partidos dependen para su financiación de la aportación del Estado.»

«En resumen, en su relación con los votantes los partidos cártel son pequeños, ambiciosos, muy profesionales y relativamente cerrados. Estos habrían optado por esta vía en el contexto actual, dado que es la mejor manera de ganar unas elecciones. Campañas caras, profesionales, coherentes (sin cargos intermedios díscolos), concentradas en atraer a los votantes (no hacer felices a las bases) y dirigidas a ganar unas elecciones.»