Nada hacía sospechar que fuese a pasar lo que está pasando. Que un adalid del periodismo libre, independiente y equilibrado (bueno, equilibrado lo justo), por mucho que se hubiese criado a los pechos del empresario de la construcción y el fútbol más mimado por todos los poderes de España, resultase ser una pieza importante del engranaje de las llamadas cloacas del Estado. Por cierto, llamadas así de forma injusta, porque las cloacas cumplen, desde Roma, una función, aunque desagradable, necesaria e higienizadora
Comentarios
El caso Villarejo-Ferreras, sin embargo, no ha consistido en el retorcimiento de la realidad hasta que presente otra cara o sea lo suficientemente ambigua para que pueda ser interpretada al gusto. Ni en la obtención de pruebas de forma ilegal por parte de quienes deberían ser garantes de la ley. Ha sido la directa fabricación de documentación falsa y de la estrategia para su difusión.
Un buen artículo hundido a negativos. Debe parecerles poco importante el manipular la información y decretar caza libre con lo que haga falta a por quien no guste al sistema . Hoy son UP ,mañana , otros y quizás se incluyan entre ellos.
#3 Creo que está perfectamente claro que esto no va de si Pablo Iglesias o Podemos nos caen bien, mal, o tenemos días. Va de que, si lo permitimos, legitimamos que vayan a por cualquiera. Va de si poder fiarnos de lo que dicen los grandes medios es verdad (no simplemente “veraz”, según el particular criterio de la jueza López Manzanares) o son las publicaciones independientes, las que se sostienen con las aportaciones de sus lectores, las que corren con el gasto y el esfuerzo de descubrir lo que alguien quiere que no se sepa. Va de que aquello que decía Chico Marx disfrazado de Groucho en Sopa de ganso: “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?” no se convierta en el pan mediático de cada día.
Todos lo sabíamos pero nadie hacía nada.