El pequeño de seis años ha dejado de comerse las uñas a cambio de unos robots de letras. Y yo preocupadísima porque pensaba que estaba canalizando mal la rabia. Pensaba que se comía las uñas por no expresarse, destruyendo así su primordial herramienta para dañar a otros. Conclusión: menos terapia y más motivación. Y yo que llevaba años en esos círculos de crianza con apego... ¡Qué decepción!¡Qué decepción! ¡Tanto Waldorf, Montessori y Pestalozzi, para llegar a esto!. El mayor ha fregado el baño, no digo más.

Comentarios

Mosquitocabrón

Me ha hecho sonreír, una cuarentena con niños da para mucho..

Sergio_Iglesias

Sobre la autora y conociendo las circustancias reales de su último año, sólo puedo decir, óle, óle y óle.

Aucero

#1 Monónologo?

D

#2 el monólogo de un mono

L_R

Madre mía, no hay por donde agarrarlo el texto