Estoy comiendo en un bar de viejo de la calle Pez. Digo bar de viejo porque, además de ganar el ‘Plato de Oro’ en el año 60 y no haber cambiado el mobiliario desde entonces, solo comen allí pensionistas. Y hay más de la marca España en este comedor que en todos los esfuerzos del actual ejecutivo por financiar su absurdo ejercicio de branding.
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