El castillo de El Alamín, en los montes de Toledo, ofrece plácido descanso a Alejandro Betancourt, el venezolano que se enriqueció instalando plantas eléctricas para el gobierno chavista en medio del caos energético. Con un enorme coto de caza, piscina, canchas de tenis y baloncesto, Betancourt disfruta de una vida llena de fiestas y cacerías con la aristocracia española y algún episodio embarazoso con la policía.
Comentarios
¡Ah, los ladrones del alí babá venezolano! O sea, el comandante intergaláctico.