Daniel Gallardo fue detenido después de una concentración en Madrid contra la sentencia del Supremo y hace más de veinte días que está en prisión preventiva en Alcalá Meco
La Puerta del Sol de Madrid se llena con miles de personas que protestan contra la sentencia del Supremo. Es 16 de octubre y la oscuridad ha engullido el centro de la capital española. Ondean banderas republicanas entre proclamas antirepresiva y gritos de libertad. Los antidisturbios vigilan la concentración tras los escudos y las viseras de sus cascos.
Hasta que alguien da la orden: carga, ahora; carga, ahora.
Los agentes se convierten en manchas agresivas que persiguen a los manifestantes. Como si fuera una metáfora nocturna: Solo se queda atrás. Las botas repican con dureza sobre las aceras. Cerca de la plaza de la Villa, en pleno corazón del barrio antiguo, los antidisturbios atrapan una chica. Se llama Elsa y cae al suelo entre porrazos.
Ella no debería estar aquí con la cara contra el cemento mientras las porras buscan puntos indefensos de su cuerpo. Elsa vive en Andalucía y está en Madrid visitando a un amigo que se llama Daniel. Él está a pocos metros viendo la brutalidad de la paliza. Cuando intenta detenerla también rueda por el suelo. Guantes, cascos, porras, botas, gritos ... Todo se mezcla. Sólo hay una certeza: el dolor de los golpes.
Daniel y Elsa son detenidos. El SAMUR -el equivalente del SEM en la Comunidad de Madrid- los atiende antes de que los trasladen a la Brigada Provincial de Información de Moratalaz, al sureste de la ciudad. Allí se encuentran con varios funcionarios policiales encapuchados. Pasan la noche en el calabozo, donde son víctimas de insultos y vejaciones.
Al día siguiente, el juzgado de instrucción número 22 se hace cargo del caso. Elsa es liberada sin medidas cautelares, pero la jueza Patricia Jiménez-Alfaro -hija de un magistrado de la Audiencia española y de la sala militar del Supremo- dicta prisión provisional sin fianza para Daniel.
La acusa de los delitos de lesiones contra un agente de la autoridad, además de atentado, resistencia, desobediencia y desórdenes públicos. Y la juez argumenta que la prisión provisional es una medida necesaria para evitar el riesgo de fuga. Daniel tiene 21 años y vive y trabaja en Getafe, donde comparte piso.
En el auto, Jiménez-Alfaro no hace caso de los argumentos de la defensa y fundamenta el encarcelamiento en los atestados policiales. Según la policía, el joven iba armado con un palo con dos llaves y golpeó dos veces la cabeza del agente que detenía Elsa. Nadie se pregunta de dónde sale el palo y por qué un chico sin antecedentes va armado a una concentración pacífica.
No hay testigos. Es la palabra de los chicos contra la de los antidisturbios. Y la balanza se inclina hacia los cascos, los escudos y las porras.
La magistrada no hace caso de los informes médicos. Según el SAMUR, el agente herido por los golpes de palo fue dado a las 21.30 en la Puerta del Sol. En cambio, Elsa y Daniel, una vez detenidos, fueron atendidos una hora después en la calle del Rollo, a más de medio kilómetro de donde se había hecho la concentración. Ni Jiménez-Alfaro ni la fiscalía no tienen en cuenta que el relato policíaco agrieta por esta incongruencia en el espacio-tiempo.
Fuentes de la defensa denuncian a VilaWeb la debilidad de los indicios que fundamentan la prisión provisional y critican las formas de la magistrada, que publicó el auto de prisión sólo diez minutos después de haber tomado declaración a Daniel. 'Hace pensar que ya estaba redactada', lamentan. Dadas estas irregularidades, han decidido presentar una apelación en una instancia superior, la Audiencia provincial. Los plazos, sin embargo, no son claros. Y mientras tanto, en Daniel ya acumula una veintena de días entre los barrotes de Alcalá Meco.
#5:
Por estas cosas es por los que los antidisturbios me dan asco.
Que sean nazis o consumidores de cocaína o putas es lo de menos.
La Puerta del Sol de Madrid se llena con miles de personas que protestan contra la sentencia del Supremo. Es 16 de octubre y la oscuridad ha engullido el centro de la capital española. Ondean banderas republicanas entre proclamas antirepresiva y gritos de libertad. Los antidisturbios vigilan la concentración tras los escudos y las viseras de sus cascos.
Hasta que alguien da la orden: carga, ahora; carga, ahora.
Los agentes se convierten en manchas agresivas que persiguen a los manifestantes. Como si fuera una metáfora nocturna: Solo se queda atrás. Las botas repican con dureza sobre las aceras. Cerca de la plaza de la Villa, en pleno corazón del barrio antiguo, los antidisturbios atrapan una chica. Se llama Elsa y cae al suelo entre porrazos.
Ella no debería estar aquí con la cara contra el cemento mientras las porras buscan puntos indefensos de su cuerpo. Elsa vive en Andalucía y está en Madrid visitando a un amigo que se llama Daniel. Él está a pocos metros viendo la brutalidad de la paliza. Cuando intenta detenerla también rueda por el suelo. Guantes, cascos, porras, botas, gritos ... Todo se mezcla. Sólo hay una certeza: el dolor de los golpes.
Daniel y Elsa son detenidos. El SAMUR -el equivalente del SEM en la Comunidad de Madrid- los atiende antes de que los trasladen a la Brigada Provincial de Información de Moratalaz, al sureste de la ciudad. Allí se encuentran con varios funcionarios policiales encapuchados. Pasan la noche en el calabozo, donde son víctimas de insultos y vejaciones.
Al día siguiente, el juzgado de instrucción número 22 se hace cargo del caso. Elsa es liberada sin medidas cautelares, pero la jueza Patricia Jiménez-Alfaro -hija de un magistrado de la Audiencia española y de la sala militar del Supremo- dicta prisión provisional sin fianza para Daniel.
La acusa de los delitos de lesiones contra un agente de la autoridad, además de atentado, resistencia, desobediencia y desórdenes públicos. Y la juez argumenta que la prisión provisional es una medida necesaria para evitar el riesgo de fuga. Daniel tiene 21 años y vive y trabaja en Getafe, donde comparte piso.
En el auto, Jiménez-Alfaro no hace caso de los argumentos de la defensa y fundamenta el encarcelamiento en los atestados policiales. Según la policía, el joven iba armado con un palo con dos llaves y golpeó dos veces la cabeza del agente que detenía Elsa. Nadie se pregunta de dónde sale el palo y por qué un chico sin antecedentes va armado a una concentración pacífica.
No hay testigos. Es la palabra de los chicos contra la de los antidisturbios. Y la balanza se inclina hacia los cascos, los escudos y las porras.
La magistrada no hace caso de los informes médicos. Según el SAMUR, el agente herido por los golpes de palo fue dado a las 21.30 en la Puerta del Sol. En cambio, Elsa y Daniel, una vez detenidos, fueron atendidos una hora después en la calle del Rollo, a más de medio kilómetro de donde se había hecho la concentración. Ni Jiménez-Alfaro ni la fiscalía no tienen en cuenta que el relato policíaco agrieta por esta incongruencia en el espacio-tiempo.
Fuentes de la defensa denuncian a VilaWeb la debilidad de los indicios que fundamentan la prisión provisional y critican las formas de la magistrada, que publicó el auto de prisión sólo diez minutos después de haber tomado declaración a Daniel. 'Hace pensar que ya estaba redactada', lamentan. Dadas estas irregularidades, han decidido presentar una apelación en una instancia superior, la Audiencia provincial. Los plazos, sin embargo, no son claros. Y mientras tanto, en Daniel ya acumula una veintena de días entre los barrotes de Alcalá Meco.
"Según el SAMUR, el agente herido por los golpes de palo fue dado a las 21.30 en la Puerta del Sol. En cambio, Elsa y Daniel, una vez detenidos, fueron atendidos una hora después en la calle del Rollo, a más de medio kilómetro de donde se había hecho la concentración. Ni Jiménez-Alfaro ni la fiscalía no tienen en cuenta que el relato policíaco agrieta por esta incongruencia en el espacio-tiempo."
No entiendo donde está la incongruencia, ni que los hubieran atendido en Melilla. Para mí la incongruencia es decir que Daniel paga con cárcel la solidaridad con Cataluña y luego dejar entrever que simplemente pasaba por allí.
Comentarios
traducción:
La Puerta del Sol de Madrid se llena con miles de personas que protestan contra la sentencia del Supremo. Es 16 de octubre y la oscuridad ha engullido el centro de la capital española. Ondean banderas republicanas entre proclamas antirepresiva y gritos de libertad. Los antidisturbios vigilan la concentración tras los escudos y las viseras de sus cascos.
Hasta que alguien da la orden: carga, ahora; carga, ahora.
Los agentes se convierten en manchas agresivas que persiguen a los manifestantes. Como si fuera una metáfora nocturna: Solo se queda atrás. Las botas repican con dureza sobre las aceras. Cerca de la plaza de la Villa, en pleno corazón del barrio antiguo, los antidisturbios atrapan una chica. Se llama Elsa y cae al suelo entre porrazos.
Ella no debería estar aquí con la cara contra el cemento mientras las porras buscan puntos indefensos de su cuerpo. Elsa vive en Andalucía y está en Madrid visitando a un amigo que se llama Daniel. Él está a pocos metros viendo la brutalidad de la paliza. Cuando intenta detenerla también rueda por el suelo. Guantes, cascos, porras, botas, gritos ... Todo se mezcla. Sólo hay una certeza: el dolor de los golpes.
Daniel y Elsa son detenidos. El SAMUR -el equivalente del SEM en la Comunidad de Madrid- los atiende antes de que los trasladen a la Brigada Provincial de Información de Moratalaz, al sureste de la ciudad. Allí se encuentran con varios funcionarios policiales encapuchados. Pasan la noche en el calabozo, donde son víctimas de insultos y vejaciones.
Al día siguiente, el juzgado de instrucción número 22 se hace cargo del caso. Elsa es liberada sin medidas cautelares, pero la jueza Patricia Jiménez-Alfaro -hija de un magistrado de la Audiencia española y de la sala militar del Supremo- dicta prisión provisional sin fianza para Daniel.
La acusa de los delitos de lesiones contra un agente de la autoridad, además de atentado, resistencia, desobediencia y desórdenes públicos. Y la juez argumenta que la prisión provisional es una medida necesaria para evitar el riesgo de fuga. Daniel tiene 21 años y vive y trabaja en Getafe, donde comparte piso.
En el auto, Jiménez-Alfaro no hace caso de los argumentos de la defensa y fundamenta el encarcelamiento en los atestados policiales. Según la policía, el joven iba armado con un palo con dos llaves y golpeó dos veces la cabeza del agente que detenía Elsa. Nadie se pregunta de dónde sale el palo y por qué un chico sin antecedentes va armado a una concentración pacífica.
No hay testigos. Es la palabra de los chicos contra la de los antidisturbios. Y la balanza se inclina hacia los cascos, los escudos y las porras.
La magistrada no hace caso de los informes médicos. Según el SAMUR, el agente herido por los golpes de palo fue dado a las 21.30 en la Puerta del Sol. En cambio, Elsa y Daniel, una vez detenidos, fueron atendidos una hora después en la calle del Rollo, a más de medio kilómetro de donde se había hecho la concentración. Ni Jiménez-Alfaro ni la fiscalía no tienen en cuenta que el relato policíaco agrieta por esta incongruencia en el espacio-tiempo.
Fuentes de la defensa denuncian a VilaWeb la debilidad de los indicios que fundamentan la prisión provisional y critican las formas de la magistrada, que publicó el auto de prisión sólo diez minutos después de haber tomado declaración a Daniel. 'Hace pensar que ya estaba redactada', lamentan. Dadas estas irregularidades, han decidido presentar una apelación en una instancia superior, la Audiencia provincial. Los plazos, sin embargo, no son claros. Y mientras tanto, en Daniel ya acumula una veintena de días entre los barrotes de Alcalá Meco.
Por estas cosas es por los que los antidisturbios me dan asco.
Que sean nazis o consumidores de cocaína o putas es lo de menos.
Eso por meterse donde no le llaman
Un angelito detenido y torturado por la malvada policia fascista española.
Bonito relato.
Moraleja, ay Manolete, si no sabes torear para qué te metes.
Es lo que tienen las dictaduras... encarcelan a los desafectos con el regimen...
¡Hay catalanes, hay fiscal y hay justicia! ... justicia española por supuesto.
Más que en actualidad debería ir en "cultura" por el tono lírico del texto...
"Según el SAMUR, el agente herido por los golpes de palo fue dado a las 21.30 en la Puerta del Sol. En cambio, Elsa y Daniel, una vez detenidos, fueron atendidos una hora después en la calle del Rollo, a más de medio kilómetro de donde se había hecho la concentración. Ni Jiménez-Alfaro ni la fiscalía no tienen en cuenta que el relato policíaco agrieta por esta incongruencia en el espacio-tiempo."
No entiendo donde está la incongruencia, ni que los hubieran atendido en Melilla. Para mí la incongruencia es decir que Daniel paga con cárcel la solidaridad con Cataluña y luego dejar entrever que simplemente pasaba por allí.