Dos años después de haberse iniciado la Primera Guerra Mundial y con Estado Unidos como simple observador de la brutal contienda que se estaba llevando a cabo en gran parte de Europa, un grupo de ciudadanos de origen alemán (leales al imperio del Káiser Guillermo II) llevaron a cabo un acto de sabotaje en territorio norteamericano, con el propósito de destruir gran parte del arsenal armamentístico fabricado para ser vendido a los países que conformaban la Triple Entente (coalición conformada por Gran Bretaña, Francia y Rusia).