Hace 8 años | Por --234048-- a elmundo.es
Publicado hace 8 años por --234048-- a elmundo.es

Cuando Wang Erxuan descubrió que no alcanzaba los kilos requeridos para comerciar con su sangre -él sólo pesaba 52 y el mínimo exigido eran 56- decidió rellenarse los bolsillos con trozos de metal. Apenas tenía 16 años, pero ya se había ofuscado bajo la euforia general que propició la llamada "economía del plasma".