Da igual que sean 3.000 muertos o tres. No hay atentado que no sirva de excusa para reescribir la Constitución de EEUU a través de la simple voluntad del presidente, es decir, del poder ejecutivo. Quien quiere que el sospechoso del atentado de Boston se quede sin derechos constitucionales (ya sabemos lo que significa ser declarado “combatiente enemigo”) es un senador republicano. Un tipo que promete respetar las leyes del país cuando asume el cargo.
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