Ninguna agresión merece la complicidad del silencio. Ninguna merece que el periodismo mire hacia otro lado. Tampoco cuando el agredido es un propio periodista. Ni siquiera cuando el que agrede pertenece también al gremio. Fernando Burgos (...) resolvió con un violento puñetazo en el ojo su indignación por los comentarios públicos y en antena, si quiere desafortunados, que sobre su trabajo había hecho con reiteración y quizás mal gusto su colega y antiguo jefe Siro López.
Comentarios
Que se maten entre ellos ya !!! Vaya panda de mongolos !