Informativamente hablando, lo ocurrido en Oaxaca durante las 24 horas del martes podría pasar a la historia como un ejemplo más del cuento del lobo y un bochornoso episodio de falta de rigor por parte de las autoridades mexicanas. Aún sigue lloviendo sobre el cerro desgajado en la sierra mixe, pero lo de las 300 casas sepultadas y las supuestas 500 víctimas no hay rastro. Y no porque no las encuentren. Simplemente porque no existen.
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