La lista de políticos llegados a la empresa privada es interminable. En el caso energético la cifra es más que llamativa. Se les contrata con suculentos sueldos por su agenda y sus influencias, en rara ocasión por su conocimiento de los asuntos eléctricos. Salen de la política y enseguida encuentran ubicación en el sector privado, incluso sin aguardar los dos años que exige la ley de incompatibilidades, como sucedió con la exvicepresidenta Elena Salgado, fichada por Chilectra, la filial chilena de Endesa, a los pocos meses de dejar el Gobierno.
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