Hace 11 años | Por ewok a unpaisenlata.wordpress.com
Publicado hace 11 años por ewok a unpaisenlata.wordpress.com

Es la fotografía que completa el esperpento. Organizado como una ceremonia nacional-católica, autoridades políticas, eclesiásticas y de la policía solemnizan la traslación del Códice a su origen, desde las lejanas tierras del ladrillo vista y el somier-puerta, la guarida de Manolo el electricista. Tras sobar el libro sin guantes, el monseñor niega que existan las marcas de boli que el otro día habían contribuído a su identificación. Este remake de Ozores infunda diez creencias que se resumen en una: creer que la gente es tonta.

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ewok

Traducción (la automática de Google no es muy buena):

Es la fotografía que el esperpento completo. Organizado como una ceremonia nacional-católica, autoridades políticas, eclesiásticas y de la policía solemnizan la traslación del Códice a su origen, la Catedral de Santiago, desde las lejanas tierras de ladrillo y el somier-puerta, , a la guarida de Manolo el electricista. Rajoy, Feijoo y el arzobispo de Santiago, Monseñor Julián Barrio, perpetúan su desprecio por nuestro patrimonio. Ellos usan un libro («Códiche», en el idiolecto italianizante de Feijoo) que hace un año no tenía noticias. Glosan su importancia - "una parte del alma gallega estaba secuestrada", le apuntó el ampuloso "ghostwriter" de Alberto en el medio de un discurso supuestamente europeísta y pan-español, y cuando llega el momento de cogerlo en sus manos, para inmortalizar el momento, se olvidan de que un libro del siglo XII no se puede tocar si no es con los guantes blancos que utiliza el director del Museo de la Catedral, cuando les hace la entrega del puteado tesoro.

Lo soban bien y me extraña que no comprueban las marcas de boli Bic que a decir del monseñor. Total, que las marcas que el otro día contribuyeron a la identificación de la joya recuperada, ahora no están allí. Ergo la verificación de urgencia, realizada por Barrio y por el siniestro y oscuro, este sí, deán de la Catedral, es una cuestión de fe. La fe es creer sin evidencia científica y eso es lo que la Iglesia Católica requiere en torno a este caso patético.

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El sentido común le diría a cualquier gobernante que huyese en la dirección opuesta, pero a los increíbles Rajoy y Feijóo les faltó tiempo para tomarse una imagen que los vincula a la praxis fraudulentas, negocios turbios y chapuzas incívicas. Tienen el Códiche entre las manos y no saben qué hacer con él, más o menos como con sus respectivas administraciones. Su alegría parapolicial es un síntoma de ¿enajenación?. O no saben de la basura que hay tras este hurto encubierto, solo o en compañía de otros, o no les importa, muy probabe sean las dos cosas.

Las fallas de seguridad en la Catedral de Santiago de Compostela ya se hicieron patentes, hace años, en que la película de 1971, "En la red de mi canción", dirigida por Mariano Ozores, donde Andrés do Barro y Conchita Velasco se quedan encerrados una noche en la Catedral. El público, en el momento, sospechaba que ese encierro pétreo de los enamorados habría lo que se conoce comúnmente como tomate. Pero las películas púdicas del Tardofranquismo aborrecían la realidad, y la endulzaban con las canciones amables y saudosas de Andrés.


La realidad sigue teniendo mala prensa y el tomate de hoy, que rodea al electricista Manolo, el Arzobispo de Santiago y el decano sombrío de la catedral, José María Díaz, también se encuentra fuera de cámara. Probablemente nunca se conozcan los manejos, relaciones peligrosas, el chantaje, parcelas y subparcelas que anidan en ese templo del latrocinio, a golpe de cepillo multimillonario, que parece ser la meca del Camino de Santiago, hoy gentilmente refrendado por la presencia de Rajoy, Feijoo y María Santísima en el vaudeville de la traslación del Códice Calixtino.

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Sé que es iluso demandar transparencia a una institución que no sólo amparó durante siglos a abusadores de niños, bebés robados, que encabezaron golpes de Estado, que extendió su deseo inquisidor y su soberbia a todo el mundo, quemando a mujeres y hombres despiadadamente en incendios reales o figurados a lo largo de los siglos. Es inútil pedir transparencia y bondad, lo sé. Una metáfora de esa Iglesia Católica mafiosa y sectaria es el cuadro de Géricault La balsa de la Medusa: el hundimiento de la Iglesia ha tenido lugar y todos se van a nadar para llegar a la balsa de salvación. Aquí igual. El accidente se ha producido y sólo unos pocos consiguen no sucumbir a la deriva en las aguas procelosas del pecado. Y no es precisamente este caso concreto, donde estos expertos atentan contra el octavo mandamiento, que dice: "no levantarás falsos testimonios ni mentirás."

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Esta nueva versión de Mariano Ozores, cuarenta años después de la original (1971-2011), también toma por ilusos a los espectadores. Y confía al omnímodo poder de la fe la solución de la inoperancia, el abandono y la connivencia con el mal-hacer y el delito. Creer sin ver: es la fe.

1) Creer que se procedió con rigor, aunque tres días después del robo un informe de la policía señalase con argumentos al autor material y un video mostrase al electricista con un bulto sospechoso debajo de la ropa, creen sque fueron supermaderos de Madrid, que ahora se cuelgan medallas, quienes resolvieron el caso, y creer que es normal y tolerable que un jefe de la policía diga que los gallegos son oscuros y taimados y esconden el dinero debajo de un ladrillo.

2) Creer que no hay una trama superior, de la parte que el electricista en cuestión es una parte importante, pero no única.

3) Pensar que una mujer de Ames, que pasaba por allí, en un gesto inusual en el procedimiento judicial español fuese invitada amablemente a asistir a un registro (!). Llorase y se abrazase cuando rescataron al Códex de los dientes de Ratatouille.

4) Creer que el robo sistemático en la Catedral de Santiago no se ocultó, o al menos se miraba hacia otro lado con la complicidad de la jerarquía durante años, y creer que el cepillo (también conocido como impuesto revolucionario) es una contribución simbólica al patrimonio de la Iglesia, visto que pueden robar cientos de miles de dólares sin que nadie se percate.

5) Creer que la confusión del Decano procede exclusivamente de la maledicencia y las acusaciones de guerra de sotanas instaladas en boca de la gente y creer que la sentencia de Manolo, "Te voy a arruinar su vida", no tiene segundas, terceras y cuartas lecturas.

6) Creer que en esta historia no hay sexo y sordidez (con la Iglesia Católica siempre hay sexo, sentimiento de culpa y la suciedad).

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7) Creer que nos va a confortar la recuperación del Codex porque, como dijo Rajoy, demuestra la profesionalidad de los funcionarios públicos (aka. la pasma). Creer que la recuperación es, como se ha dicho, "una buena noticia" que nos hace olvidar la economía y los derechos sociales en declive.

8 ) Creer que algún día sabremos la verdad y los verdaderos culpables del caso.

9) Creer que un país que se diga, puede ofrecer al mundo esta infame astracanada y venderla como una operación exitosa para la salvaguardia del patrimonio cultural universal y una deferencia del Gobierno de España, por lo que dice Feijóo, a Galicia y a la importancia del Camino.

10) Creer que la Iglesia no tiene dinero, que asiste a qienes lo necesitan, que conforta espiritualmente a los necesitados, y que no está llena de ratas que ni el Ratibrón echado en pilas de agua bendita limpiaría en siglos.

Estas diez creencias infundadas se resumen en un conjunto mayor: creer que la gente es tonta.

Como no quiero que este exordio termine de mal rollo y sin un toque distendido, me dispuse a dedicar una hermosa canción de Daniela Romo, Mentiras, a mis viejos amigos, el decano y el Arzobispo de Santiago, que a finales de octubre de 2010 se personaron en la redacción de un periódico compostelano pidiendo, con relativo éxito, mi cabeza. Va por vosotros, chicos!