Fue, desde luego, una época de cambios drásticos. Hubo que reedificar el Estado de Derecho desde los cimientos. Restablecer todos los derechos civiles: libertad de expresión, de reunión, de asociación. Legalizados los partidos políticos y sindicatos, se precisa hacer andar –sin experiencia- a un parlamento elegido por los ciudadanos con las leyes que rigen en los países democráticos y que elaborará -en tiempo record y con consenso- una Constitución. Adolfo Suárez fue su artífice (a instancias del Rey, ciertamente).
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