Con una amplia sonrisa en la cara, el mandatario bajó de la tribuna al acabar su intervención para saludar al público, votantes potenciales. Pero algo pasa. Su semblante cambia. En un momento determinado, Sarkozy se frena y con un rápido movimiento se quita el reloj de oro, un caro regalo de su mujer, Carla Bruni, valorado en unos 55.000 euros, y se lo guarda en el bolsillo de la chaqueta. Una vez la muñeca izquierda liberada, el baño de masas pudo continuar.
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