Tres botellas de whisky de las que el explorador de la Antártida Sir Ernest Shackleton se dejó detrás en 1909 han llegado a Escocia, donde los expertos de la destilería Whyte and Mackay sospechan que su contenido se ha preservado a la perfección. El añejo whisky -que pasó un siglo enfriándose cerca del Polo Sur- ha sido extraído con una jeringa para estudiar su composición.
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