El rotoscopio, que nada tiene que ver con un instrumento para observar las estrellas estropeado, era un dispositivo que permitía utilizar fotogramas de cine capturados de la realidad como referencia a la hora de animar los dibujos, es decir, servía para copiar uno a uno los frames de una filmación real, transformándola en dibujos animados y consiguiendo así un realismo excepcional en los movimientos de los personajes.