El ruido propagandístico de este enésimo anuncio de recuperación es esperanzador por el nerviosismo que trasluce. A pesar de que intentan ocultar la lucha, la lucha sigue, trenzando las redes que la harán florecer en cualquier primavera. Ese es precisamente el error de los déspotas: creer que estamos convencido de que es normal pasear sin hogar ante bloques vacíos o de que se puede hablar de recuperación en un entorno laboral, económico y social cada vez más degradado.
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