Hace 10 años | Por kattalin a blogs.deia.com
Publicado hace 10 años por kattalin a blogs.deia.com

Triste privilegio de los detenidos hasta bien entrados los años ochenta: sabían el nombre y la jeta que tenían sus torturadores. Sádicos, ególatras y, por supuesto, conscientes de su impunidad, a los matasietes policiales del franquismo y el (eterno) postfranquismo les ponía pilongos que se supiera cómo las gastaban en el cuarto oscuro. Firmaban cada mamporro que calzaban y, arrebatados de chulería, exigían a sus víctimas que propagaran la identidad del que les había tatuado en el cuerpo un mapamundi de moratones. Luego se iban al garito de...

Comentarios

lorips

Sísisisisi, pero si los españoles votan impunidad será que les va el rollo...

k

Otros nunca conocieron a quien les dio el tiro en la nuca...