Un amigo (al que llamaremos "A") se compró hace unos años un portátil Toshiba con XP original. El equipo funcionó siempre de maravilla desde el día de la compra, pero aproximadamente un año después, entró en escena un segundo amigo (al que llamaremos "B"), el cual estuvo 'comiendo' la oreja durante meses al amigo "A" para que instalase "Ubuntu" en su portátil. Y tanta fue la insistencia de "B", que al final "A" se decidió a dar el paso e instalar el nuevo sistema, no sin antes pedir mi consejo.
Yo le dije que en principio no me parecía mala idea, y que incluso podría ser una buena oportunidad para descubrir las bondades del software libre, pero le advertí que debía hacer el cambio con cabeza, puesto que él ya estaba acostumbrado a trabajar en Windows, teniendo almacenados gran cantidad de documentos, archivos y tablas de su trabajo diario basados en MS Office, y que tal vez la conversión a OpenOffice de toda esa documentación no iba a ser todo lo limpia y transparente que sería deseable.
En concreto le recomendé y recalqué que (en todo caso) lo que debía hacer era una instalación con doble arranque (para XP y Linux) y así disponer siempre de la opción de volver al XP original cuando lo necesitase, (y además, de ese modo conservaría algo por lo que pagó en su día). Recuerdo perfectamente que dicha recomendación fue hecha en presencia del amigo 'Ubuntero' "B", a lo cual "B" dijo que "no tenía sentido conservar el XP, porque de lo contrario el amigo "A" iba a cometer el vicio de querer usar siempre el XP".
En ese punto yo ya empezaba a adivinar el desastre que se avecinaba, y dado que "B" era (y es) el típico 'talibán tecnológico' no quise perder más tiempo ni energía vital en el asunto, así que les dije que hicieran lo que quisieran, y no les volví a ver en bastante tiempo.
Varios meses después coincidí de nuevo con el amigo "A", el cual se encontraba desesperado y maldiciendo a todas horas al "Ubuntu". Básicamente el hombre se quejaba de que casi ninguno de sus antiguos documentos de 'Word' y 'Excel' podían ser editados correctamente en 'OpenOffice', puesto que muchos elementos especiales (como tablas, tabulaciones, cuadros de texto, polígonos, dibujos, etc.) no aparecían (o aparecían deformados) en 'OpenOffice', con lo cual se veía obligado a repetir y crear manualmente desde cero muchos de esos documentos. También se quejaba de no encontrar muchos programas a los que estaba acostumbrado, de no poder enviar faxes, y cosas por el estilo. Y lo más gracioso del caso es que en cuanto se hicieron presentes dichos problemas, el amigo 'talibán' "B" desapareció por arte de magia. (Hizo mutis por el foro).
Tan desesperado estaba (por no poder desempeñar su trabajo diario) que me pidió por favor si le podría regresar el equipo a su estado original. Yo le eché un primer vistazo, y tal y como imaginaba, comprobé que el amigo "B" había arrasado por completo el disco duro, incluyendo a la partición de recuperación. Le expliqué al amigo "A" que no podía hacer nada, y que debía pedirle responsabilidades al amigo "B".
Lo último que he sabido es que un tercer amigo ("C") le había vuelto a formatear por completo el disco duro, instalándole una copia pirata de XP (uE). Por lo que cuenta, ahora puede trabajar con sus antiguos archivos de 'Word' y 'Excel', pero no le funcionan bien muchos de los dispositivos hardware: sigue sin poder enviar faxes, no puede hacer presentaciones con la salida auxiliar VGA, el equipo no hiberna ni entra en suspensión, y un largo etc.
#3 ... sin duda te refieres a "B".
Pues sí, aparte de tarugo es un snob y un 'talibán digital' integral. No consiente nunca que nadie le lleve la contraria, va metiendo a incautos en follones, pero luego, cuando algo falla desaparece por arte de magia.
La verdad que cuando ves algunos portátiles con la de software extra que vienen cargados, ganas te dan de instalarlo de 0 para que lleve "lo necesario", y que la barra de notificaciones no parezca un arbolito de navidad
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Un amigo (al que llamaremos "A") se compró hace unos años un portátil Toshiba con XP original. El equipo funcionó siempre de maravilla desde el día de la compra, pero aproximadamente un año después, entró en escena un segundo amigo (al que llamaremos "B"), el cual estuvo 'comiendo' la oreja durante meses al amigo "A" para que instalase "Ubuntu" en su portátil. Y tanta fue la insistencia de "B", que al final "A" se decidió a dar el paso e instalar el nuevo sistema, no sin antes pedir mi consejo.
Yo le dije que en principio no me parecía mala idea, y que incluso podría ser una buena oportunidad para descubrir las bondades del software libre, pero le advertí que debía hacer el cambio con cabeza, puesto que él ya estaba acostumbrado a trabajar en Windows, teniendo almacenados gran cantidad de documentos, archivos y tablas de su trabajo diario basados en MS Office, y que tal vez la conversión a OpenOffice de toda esa documentación no iba a ser todo lo limpia y transparente que sería deseable.
En concreto le recomendé y recalqué que (en todo caso) lo que debía hacer era una instalación con doble arranque (para XP y Linux) y así disponer siempre de la opción de volver al XP original cuando lo necesitase, (y además, de ese modo conservaría algo por lo que pagó en su día). Recuerdo perfectamente que dicha recomendación fue hecha en presencia del amigo 'Ubuntero' "B", a lo cual "B" dijo que "no tenía sentido conservar el XP, porque de lo contrario el amigo "A" iba a cometer el vicio de querer usar siempre el XP".
En ese punto yo ya empezaba a adivinar el desastre que se avecinaba, y dado que "B" era (y es) el típico 'talibán tecnológico' no quise perder más tiempo ni energía vital en el asunto, así que les dije que hicieran lo que quisieran, y no les volví a ver en bastante tiempo.
Varios meses después coincidí de nuevo con el amigo "A", el cual se encontraba desesperado y maldiciendo a todas horas al "Ubuntu". Básicamente el hombre se quejaba de que casi ninguno de sus antiguos documentos de 'Word' y 'Excel' podían ser editados correctamente en 'OpenOffice', puesto que muchos elementos especiales (como tablas, tabulaciones, cuadros de texto, polígonos, dibujos, etc.) no aparecían (o aparecían deformados) en 'OpenOffice', con lo cual se veía obligado a repetir y crear manualmente desde cero muchos de esos documentos. También se quejaba de no encontrar muchos programas a los que estaba acostumbrado, de no poder enviar faxes, y cosas por el estilo. Y lo más gracioso del caso es que en cuanto se hicieron presentes dichos problemas, el amigo 'talibán' "B" desapareció por arte de magia. (Hizo mutis por el foro).
Tan desesperado estaba (por no poder desempeñar su trabajo diario) que me pidió por favor si le podría regresar el equipo a su estado original. Yo le eché un primer vistazo, y tal y como imaginaba, comprobé que el amigo "B" había arrasado por completo el disco duro, incluyendo a la partición de recuperación. Le expliqué al amigo "A" que no podía hacer nada, y que debía pedirle responsabilidades al amigo "B".
Lo último que he sabido es que un tercer amigo ("C") le había vuelto a formatear por completo el disco duro, instalándole una copia pirata de XP (uE). Por lo que cuenta, ahora puede trabajar con sus antiguos archivos de 'Word' y 'Excel', pero no le funcionan bien muchos de los dispositivos hardware: sigue sin poder enviar faxes, no puede hacer presentaciones con la salida auxiliar VGA, el equipo no hiberna ni entra en suspensión, y un largo etc.
#2 Para primeras instalaciones de Linux, arranque dual SIEMPRE . Tu amigo es un poco tarugo
#3 ... sin duda te refieres a "B".
Pues sí, aparte de tarugo es un snob y un 'talibán digital' integral. No consiente nunca que nadie le lleve la contraria, va metiendo a incautos en follones, pero luego, cuando algo falla desaparece por arte de magia.
La verdad que cuando ves algunos portátiles con la de software extra que vienen cargados, ganas te dan de instalarlo de 0 para que lleve "lo necesario", y que la barra de notificaciones no parezca un arbolito de navidad