El belga Pierre Piccinin relató horrorizado todo lo que había visto en las dos prisiones de los servicios de seguridad sirios en las que estuvo detenido seis días antes de su expulsión. Creían que pertenecía a los servicios secretos franceses y que se encontraba en el país para espiar, y fue liberado tras la intervención de la diplomacia belga. De personalidad controvertida, juzgado como poco creíble por muchos especialistas sirios, había pedido un mínimo de comprensión hacia el gobierno de Damasco tras realizar un viaje a Siria en 2011.
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