D’annunzio era todo un caballero. Harold Acton, en su exquisita autobiografía (Memorias de un esteta,
editado:
Pre-textos, 2010) nos cuenta cómo eran las veladas poéticas que daba en lujosos salones florentinos, entre elegantes damas que, inexorablemente, caían rendidas a sus pies. Pero su influjo llegaba al pueblo llano. Y Acton también nos lo cuenta: “Las masas italianas pueden ser las […]