Seis meses antes del evento, y en medio de la noche, la policía hizo una redada en las calles y casas de Pyongyang. Sin mediar ningún tipo de explicación, todos las personas con algún tipo de discapacidad fueron enviadas a remotas aldeas donde ya nada se volvió a saber de ellos. Otro grupo que sufrió la limpieza selectiva fueron las personas de baja estatura. Con el cuento de que los científicos norcoreanos habían descubierto un tratamiento para crecer rápidamente se reclutaron miles de voluntarios.
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