Al final de la época victoriana y durante la eduardiana, cuando cambiaba el siglo del XIX al XX, se vivió una revolución doméstica. Fue una época audaz de innovación, descubrimientos y dramáticos cambios científicos, muchos de los cuales alteraron profundamente la vida en el hogar. No obstante, muchos de los productos que compraban o las soluciones hechas en casa no sólo eran un peligro para la salud, sino que además eran asesinos domésticos: había homicidas escondidos en el seno del hogar.
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Los ingenieros eduardianos creyeron que habían encontrado el material maravilla: un mineral que no era inflamable, pero sí barato y limpio.
Lo usaban para casi todo a principios del siglo XX: secadores de pelo, baldosas, juguetes, guantes para el horno, cloacas, aislante... hasta ropa.
Sin embargo, esta maravilla -el asbesto- era, como ahora sabemos, mortífero.
Anda que como nos pase lo mismo con el grafeno...