No puede ser verdad, me recuerda a aquella película que un tío se colgaba unas gafas de sol y leía mensajes subliminales de este calibre en los anuncios callejeros. Se conoce que ya ni tan siquiera hace falta hacerlos subliminales. Por desgracia hay muchos padres así de gilipoyas.
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No puede ser verdad, me recuerda a aquella película que un tío se colgaba unas gafas de sol y leía mensajes subliminales de este calibre en los anuncios callejeros. Se conoce que ya ni tan siquiera hace falta hacerlos subliminales. Por desgracia hay muchos padres así de gilipoyas.