No fue una manifestación familiar. Ni una reivindicación festiva. Ni solfónicas, ni proyecciones, ni mareas. Ni grito mudo, ni símbolos, ni banderas. No hubo sofisticación ni ocurrencia. Se vieron pocas pancartas. Se cantó poco. El 25S fue directo, contundente y áspero. Desnudo, intenso y ruidoso. Más Grecia del 2011 y menos mayo del 68. Miles de personas dieron ese paso más allá que pedían los convocantes, se despojaron del miedo y soportaron la presión policial en los aledaños del Congreso hasta que las cargas terminaron con todo.
|
etiquetas: 25s , congreso , manifestaciones