William Kamkwamba, más conocido como “el niño que aprovecha el viento”, es un joven de Malawi que conmocionó a la audiencia del TED. Desde entonces, su historia, su persona, se pone como ejemplo a todos los emprendedores que deciden embarcarse en la aventura de emprender.
William Kamkwamba, más conocido como “el niño que aprovecha el viento”, es un joven de Malawi que conmocionó a la audiencia del TED. Desde entonces, su historia, su persona, se pone como ejemplo a todos los emprendedores que deciden embarcarse en la aventura de emprender.
William se vio forzado a abandonar la escuela puesto que su familia no podía pagar la matrícula, que ascendía a unos 80 dólares norteamericanos.
Ante esta adversidad, decidió autoformarse yendo a la biblioteca del pueblo, donde leyó un libro que se decía “Utilizando la energía”. En él descubrió algo que cambiaría la vida de su pueblo: los molinos de viento.
El siguiente paso fue recorrer depósitos de chatarra y obtener piezas de bicicletas, tubos de plástico, baterías de coche,… Y, como él dice, “todo el mundo reía de mí cuando los dije que yo construiría un molino de viento. Pensaron que estaba loco”.
Sin embargo, obvió la oposición de todo el mundo, incluida su familia, y siguió adelante.
Hoy, en el pueblo tienen cinco molinos de viento que generan electricidad, que hacen funcionar la bomba de agua, y, los vecinos, cargan la batería de sus teléfonos móviles. Otros, escuchan la radio.
Que la historia de William nos sirva a todos aquellos que creemos que cambiar el mundo es posible.
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Repetida: El niño africano que construía molinos de viento
El niño africano que construía molinos de viento
kurioso.wordpress.com[Traducción]
William Kamkwamba, más conocido como “el niño que aprovecha el viento”, es un joven de Malawi que conmocionó a la audiencia del TED. Desde entonces, su historia, su persona, se pone como ejemplo a todos los emprendedores que deciden embarcarse en la aventura de emprender.
William se vio forzado a abandonar la escuela puesto que su familia no podía pagar la matrícula, que ascendía a unos 80 dólares norteamericanos.
Ante esta adversidad, decidió autoformarse yendo a la biblioteca del pueblo, donde leyó un libro que se decía “Utilizando la energía”. En él descubrió algo que cambiaría la vida de su pueblo: los molinos de viento.
El siguiente paso fue recorrer depósitos de chatarra y obtener piezas de bicicletas, tubos de plástico, baterías de coche,… Y, como él dice, “todo el mundo reía de mí cuando los dije que yo construiría un molino de viento. Pensaron que estaba loco”.
Sin embargo, obvió la oposición de todo el mundo, incluida su familia, y siguió adelante.
Hoy, en el pueblo tienen cinco molinos de viento que generan electricidad, que hacen funcionar la bomba de agua, y, los vecinos, cargan la batería de sus teléfonos móviles. Otros, escuchan la radio.
Que la historia de William nos sirva a todos aquellos que creemos que cambiar el mundo es posible.