Publicado hace 10 años por Carlosfaneca a lapiernacambiada.wordpress.com

Kieron Dyer se despertó con la esperanza de no encontrar a sus hijos desayunando en la cocina. Sabía que el suceso acaecido hacía apenas 18 horas le impediría mirarlos sin sentir vergüenza, consciente de que los periódicos deportivos abrirían con su figura enzarzada en una pelea con Lee Bowyer. Dyer pretendía, ingenuo, que sus hijos no vieran la bochornosa riña entre dos compañeros de equipo, pero estaba seguro que su mujer, atónita, no habría podido apagar el televisor a tiempo.