¿Somos conscientes de que, si este país fuese una arcadia en la que todos cumpliésemos con Hacienda, no habría déficit, ni deuda pública, ni prima de riesgo alguna? Todos somos, pues, corresponsables dada la generalizada elusión fiscal. La moral tributaria nunca ha gozado de buena salud. Con la crisis económica, dicha moral está más en crisis que nunca. Las apreturas han recrudecido la inveterada insolidaridad tributaria.
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