Una nave de 280 metros cuadrados en Coín, municipio de la sureña provincia española de Málaga, acoge una granja de cría de insectos para consumo humano y la elaboración de harina para animales. Una actividad que, pese al respaldo de la FAO, afronta trabas para su desarrollo. La venta y el consumo de insectos, que según la FAO ayudará a combatir el hambre en el mundo, carece de regulación en España y en la mayoría de los demás países de Europa.
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