Científicos comienzan a dar la razón a los budistas: nuestra mente sí influye en el cuerpo. Los pacientes con cáncer y enfermedades crónicas aprenden a pensar y sentir de otra manera. Estudios de la Universidad de Massachusetts han demostrado que en los pacientes que practican meditación se activan zonas de la corteza cerebral asociadas al control de emociones como la ansiedad y mejoran algunos parámetros de su sistema inmunológico.
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