Nada te golpea tan fuerte como la vida. Lo sabía muy bien Manolo Preciado. El destino fue deshojando a Manolo con una crueldad que abruma. Pero Preciado siguió en pie. “La vida me ha golpeado fuerte. Cuando murieron mi mujer y mi hijo podría haberme pegado un tiro, o mirar al cielo y crecer. Decidí lo segundo”.