En este remoto y pobre país africano no se trata de una película, al más puro estilo de Las brujas de Zugarramurdi, sino de una tradición real, ancestral y, lamentablemente, aún vigente: si eres mujer, anciana, pobre y analfabeta, tienes muchas papeletas de ser acusada de brujería. Son les mangeuses d’âmes.