Hoy relegado a exotismo para turistas y a cena de emergencia en algunos barrios de la ciudad, el bocadillo de calamares nos lleva a otro juego de invisibilidades e incomprensiones, también hecho de oposición entre centro y periferia, pero a otra escala y con otros protagonistas. La oposición que se quiere reflejar aquí es la que hace a la región metropolitana de Madrid la segunda o tercera gran ciudad de la Unión Europea con mayor desigualdad, terreno de un contraste social agudo y pocas veces reconocido.
Comentarios
Este no sabe nada de un buen bocata de calamares. Vaya texto farragoso, btw.
#2 Tiene razón, le falta tomate, no se puede llamar bocadillo sino tiene tomate, sin tomate es "pan con cosas"
No son calamares, es pota.
Relaxing bocata calamata in the Plaza Mayor.
Ya lo deja bastante claro el artículo, el Bocata de Calamares una bazofia que sustituye a otra anterior.: El de Churros.
Pero NO va de eso el artículo. No sigamos con que si rebozada ó enharinadas, con aceitunitas y cebollinos ó con mahonesa ó alyoli.
Va de SOCIOLOGÍA política. De la evolución del voto; y de la interpretación que el autor da al fenómeno.
Lo que sea que vaya a pasar lo veremos pronto. Y veremos si acierta el Rodriguez ó no.
En una cosa coincido.: Llevamos 50 años SIN representación / los parias / y lo que está pasando en París, Marsella, Leipzig, Chemnitz... etc vendrá por aquí mas temprano que tarde.
Recuerdo ir con mi hermana y comprar un bocata de calamares en los alrededores de la Plaza Mayor, y al ver que no tenía mayonesa, pedirla, y el camarero nos miró como si le hubiésemos metido el dedo en el ojo a la Monalisa, y al dárnosla, recriminarnos que eso no se hacía.
Preguntar por lo que no es clase media en este país, y en concreto en Madrid, es lo mismo que preguntar ¿qué fue de la clase obrera?
Clase obrera es todo aquel trabajador que está jodido si pierde su empleo porque no tiene otras fuentes de ingresos. Hasta que no nos metamos eso en la cabezota...
#3 Tu comentario es el mejor ejemplo del triunfo de la ideología individualista y de la felicidad canalla en esta democracia de mercado pletórico. Por lo menos antes la peña tenía claro la distinción de la propiedad de los medios de producción, pero es que ahora ni eso