La lógica del sistema capitalista neoliberal nos obliga a embarcarnos en una alocada carrera sin fin: países y empresas tienen que crecer hacia el infinito para evitar ser devorados por otras compañías o naciones y, en definitiva, para que el sistema en sí no colapse a través de crisis como la del 2008. Alternativas como la teoría del decrecimiento proponen optar por una economía basada en lo local, las energias renovables y las actividades rurales para salir de esta espiral autodestructiva. ¿Pueden sus propuestas ser aplicadas en la práctica?