Proponemos, a modo de ejercicio subversivo, una medida revolucionaria. El Estado, vía impuestos, se lucra extraordinariamente con el dinero que pagamos por unos cigarrillos que, en rigor, no valen ni dos céntimos cada uno. ¿Pretende con las medidas legislativas y la subida de impuestos, acaso, que dejemos de fumar? Pues bien: dejemos de fumar. Vamos a provocar un agujero negro en las arcas públicas. Seis meses sin comprar tabaco serán suficientes para que los políticos tengan que escuchar a unos cuantos millones de ciudadanos.
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