Los (algunos, en realidad) físicos llaman al bosón de Higgs “la partícula de Dios porque es la pieza que les falta para comprender la estructura de la materia a nivel subatómico". Este poco científico nombre se le atribuye a Leon Lederman, premio Nobel de física en 1988, a raíz del título de un libro de divulgación científica que escribió en 1993: "La partícula divina". Pues bien. Al parecer, el autor se refería a esta partícula como "the goddamn particle": la partícula maldita. ¿Por qué maldita? (...)
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