Ese coche de lujo con solo 5.000 kilómetros que alguna entidad financiera se quita de en medio a precio de ganga en Luxemburgo. Llevárselos a España es una tentación, pero puede convertirse en una pesadilla de papeleos en varios idiomas y controles técnicos que acaban encareciendo la compra. Un laberinto kafkiano que la Comisión Europea (CE) propuso ayer desenredar con un reglamento que elimina trámites y suprime, salvo en casos excepcionales, la obligación de que el vehículo pase una inspección técnica en el país de destino.
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