Hace 5 años | Por --591524-- a elpuntavui.cat
Publicado hace 5 años por --591524-- a elpuntavui.cat

Mi hermano y yo caminamos de la mano desde Vic hasta Francia, atravesando los Pirineos, muertos de hambre y frío Mi padre era muy amigo de Manuel Azaña y murió, como él, en Montalban, donde se habían exiliado Al volver yo era toda una llaga y me habían de envolver con sábanas blancas para que todo el día supuraba Los médicos del campo de concentración me pinchaban en la espalda. Experimentaron conmigo y con mi hermano

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D

#2 Cogieron un cocinero judío que cuando podía nos daba de comer
a mi hermano ya mí y lo fusilaron ante nosotros
Pere Tarrés, entonces médico en San Pablo, me trató vuelta de Alemania. Intentó que hablara, pero yo no dije nada
Mi hermano y yo caminamos de la mano desde Vic hasta Francia, atravesando los Pirineos, muertos de hambre y frío
Mi padre era muy amigo de Manuel Azaña y murió, como él, en Montalban, donde se habían exiliado
Al volver yo era toda una llaga
y me habían de envolver con sábanas blancas para que todo el
día supuraba
Los médicos del campo de concentración me pinchaban en la espalda. Experimentaron conmigo y con mi hermano
Mercè Sanz Castells, que hoy tiene 81 años, es una superviviente de dos campos de concentración nazis. El primer donde estuvo, situado en Francia, fue, seguramente, el de Angulema. El otro, en Alemania, podría haber sido Auschwitz, pero no está segura. Era demasiado pequeña cuando todo sucedió y aunque han pasado setenta años desde que se acabó aquella pesadilla nunca ha querido recordar ni investigar. Su amarga experiencia, que duró toda la Segunda Guerra Mundial, la ha querido olvidar. No ha vuelto a Alemania ni ha buscado información sobre sus torturadores. Al contrario, ha intentado evitar que su historia saliera a la luz. En la España del franquismo le pareció más conveniente que nadie supiera que era hija de un republicano. Hasta prácticamente hoy los recuerdos sólo los ha compartido con la familia.

Era una niña de poco más de seis años cuando su padre, nacido en Tordesillas y que hacía de profesor en Torroella de Montgrí, Ramón Sanz Montserrat, fue enviado al frente. Su madre, que acababa de parir una niña (su hermana María Soledad, Mari Sol) estaba muy enferma, por lo que ella y su hermano mayor, el Herminio, que entonces tendría 9 años, los enviaron " a unas colonias, las colonias San Miguel de Vic ". "Recuerdo que nos vino a buscar mi tía y que mi madre desde la cama gritaba que no se nos llevaran. Aquel recuerdo me ha perseguido. "

De aquella época de las colonias San Miguel sabe que su padre les fue a ver y que lo hizo vestido de militar. "Pero los recuerdos de aquella época son muy confusos", admite. El 1 de febrero de 1939 los nacionales entraron en Vic. Unos días antes (o semanas, la Mercedes no lo sabe precisar exactamente) ella y su hermano Herminio, con un montón de personas más, sobre todo mujeres y niños, huyeron de Vic y caminaron días y días camino de Francia atravesando todos los Pirineos. Como hija de profesor republicano, huía del franquismo como tantos miles de personas. "Yo y mi hermano fuimos cogidos de la mano toda la travesía. Pasamos hambre, frío y miedo. Nadie se ocupó de nosotros. Comíamos lo que le caía a la gente o lo que echaban por el camino ", dice. Ni su padre ni su madre no los vería nunca más. Sabe que su madre murió y que su padre acabaría sus días en Montalban, donde también murió su amigo Manuel Azaña, presidente de la República española. "Mi padre y Azaña eran muy amigos. Mi padre fue quien en el último momento y por mediación de un jesuita consiguió que el obispo de Montalban, Pierre-Marie Théas, diera la unción de los enfermos a Azaña. "Era el 3 de noviembre de 1940. La supuesta conversión de Azaña, pues, forma parte, también, de la vida de la familia de Mercedes Sanz.

La Merced recuerda que una vez atravesada la frontera francesa de la mano de su hermano "tomamos un tren" y llegaron en algún lugar de Francia. Una vez en este pueblecito de Francia, en la estación había muchos soldados "que nos golpeaban con la culata del fusil".

En la misma estación la recogió una familia que la acogió unos días en su casa. "La familia que me recogió en mí eran gente acomodada. Padre, madre y dos hijos adolescentes. "Otra familia, que parecía más sencilla, acogió su hermano. "A él le trataron muy bien!", Dice. Y no quiere especificar nada más.

Fue precisamente la familia que acogió su hermano la que le hizo la única foto que conserva de aquella época: se la ve a ella con la mujer que la tuvo unos días en casa y sus dos hijos, dos simpatizantes nazis.

Fue esta familia que acogía la Mercedes, afín al nacionalsocialismo, que un día la vistió con sus mejores galas y la llevó en "un lugar" donde el general Pétain hizo los honores a Hitler. "Mi familia de acogida debía estar muy bien situada para mí, junto con algunos otros niños, me pusieron en medio de los dos mandatarios, entre Pétain y Hitler. Y fue allí donde Hitler me dio un beso en la mejilla izquierda. Aunque ahora me la froto con asco ", explica todo tocándose aquel lado de mejilla donde le marcó los labios el" monstruo ".

El encuentro de Pétain y Hitler a que se refiere la Mercedes es la que tuvieron en la pequeña estación de Montoire-sur-le-Loir (departamento de Loir et Cher, en el centro de Francia) montada por Pétain para estrechar los lazos de cooperación con los nazis. Pétain trasladó la capital del nuevo estado en Vichy y adoptó el título de Jefe de Estado. Del día que Hitler le dio un beso, la Merced todavía recuerda la canción que le hicieron cantar, que les hicieron aprender de memoria: "Cuando se que aura del Etoile / se radio de refrain /, la radio del 'espérance /, vive, vie, Pétain ". Se la sabe todavía.

Angulema y Auschwitz?

Pocos días después de aquella exaltación nazi unos policías fueron a casa de la familia que la tenía acogida "y se me llevaron". A su hermano también. Ambos fueron llevados a un campo de concentración que podría ser el de Angulema (donde llegaron a estar internados 10.000 personas, entre las que dos mil republicanos procedentes de España).

En ese campo, recuerda la Mercedes, había, sobre todo, niños. Pero también mujeres. "Serían republicanas catalanas que habían conseguido llegar a Francia." "En las noches las violaban, aún recuerdo sus gritos", dice. En ese campo la Merced y su hermano Herminio estuvieron más de un año. "Yo era muy pequeña y estaba muy enferma. Prácticamente no me movía de un rincón. Para comer sólo nos daban un plato de nabos mañana y suficiente. "En ese campo la Merced, el Herminio y decenas de niños más, hijos de republicanos del Estado español o judíos, comenzaron a ser usados como "conejillos de indias" por parte de los médicos nazis. "Yo sólo recuerdo que me pinchaban líquidos en la columna. Con mi hermano también experimentaron ", explica. "Recuerdo el dolor de la espalda, los gritos", dice. "Cuando unos años más tarde me puse muy enferma y sangraba mucho me hicieron pruebas y fue entonces que descubrieron que los nazis habían experimentado conmigo y me habían introducido la enfermedad de von Willebrand." "Yo prácticamente no recuerdo nada de aquella época. Era como una niña que estaba medio muerta. "

Pasado un año y medio ella y su hermano formaron parte de un contingente de niños a los que evacuaron del campo en un camión, los introdujeron en un tren hermético y después de días y días derechos dentro unos vagones donde iban como animales los dejaron en otro campo de concentración en Alemania. "No sé seguro si era Auschwitz. Una vez vi un documental en la tele y se parecía mucho, pero no lo puedo asegurar. Nunca lo he querido saber ", dice ahora. De este campo de concentración ella sólo recuerda los barracones donde sólo había niños y niñas. "Yo siempre estaba en el suelo acostada porque casi no podía ni caminar. De hecho era mi hermano lo que cuando nos daban el plato para comer me levantaba y me hacía llegar, encaramada sobre sus pies, en la fila. Quién no iba a la fila se lo llevaban y ya no volvía más. Ahora sabemos que lo que hacían era llevarlos a las cámaras de gas. "Los experimentos con ella y su hermano continuaron. "Eran muy dolorosos porque no te duermas. Pero si llamabas, te pegaban. "Historiadores de la librería Claret de Barcelona, que están preparando un libro sobre la vida de la Merced, que escribirá el cura Xavier Morlans, amigo de la Merced, aseguran que la Merced en algún momento ha reconocido la fotografía del doctor Joseph Mengele, el médico genetista de Auschwitz. "Pero no estoy segura", admite.

La muerte del cocinero

En este campo de concentración vivió uno de los peores recuerdos que conserva de su vida. "Ya he dicho que yo siempre estaba en un rincón del campo, ni me movía. Me dolía todo y no me podía ni mover. Mi hermano se ponía conmigo, siempre estaba a mi lado, protegiéndome. Pues bien, en aquella parte del campo de concentración donde estábamos los nazis tenían un cocinero judío que a mí ya mi hermano, a través de una ventanilla de la cocina que daba allí donde siempre estábamos, nos sacaba comida. Cuando podía nos sacaba un plato con cualquier cosa. Hasta que lo pillaron. Bueno, nos pillaron a los tres. Pues bien, nos cogieron a los tres y nos plantaron en medio del campo. Al cocinero judío, que debía de tener 18 años, le dispararon un tiro en la cabeza. Mi hermano y yo nos quedamos horrorizados. Recuerdo que aquel chico antes de morir nos sonrió. Eso sí que no lo olvidaré. "" Por el recuerdo de aquel cocinero amigo nuestro he ido muchas veces a Jerusalén, porque nunca he olvidado que lo fusilaron delante de mí ", explica. Precisamente en uno de sus viajes a Israel, estando en el río Jordán, fue cuando el cura que los acompañaba supo que ella había estado en dos campos de concentración. "El cura estaba explicando algo de campos de concentración y yo le dije: calla !, eso nadie lo puede comprender. Y me fui enfada a un bar a tomar algo. Enseguida vino a preguntarme qué me había pasado y fue entonces que le expliqué todo. Se quedó prendado y ahí empezó la idea de hacer un libro ", explica la Merced.

La historia aquí contada da para un libro y más porque la vida de la Merced y su hermano, una vez liberados del campo de concentración, terminada la Segunda Guerra Mundial, no fue un camino de rosas y tuvieron que luchar mucho hasta que no llegaron a la edad adulta. "Recuerdo muy bien el día que vinieron los americanos a sacarnos del campo de concentración. Lo recuerdo como si fuera aho

WcPC

#3 Joder colega.... Menuda historia.

D

Pongo esto aquí por dos motivos, porque muchas veces utilizamos el termino nazismo muy rápido, y para quienes justifican a esos monstruos o sus aliados sepan de quien hablamos

Está en catalán pero con el translate recomiendo leerlo. Honor infinito a esta señora y a luchar por que no pase nunca más. Que duro joder

PeterDry

#1 Anda , tradúcelo y lo pones en un comentario.