Enrique era conductor de Tussam, como tantos otros. Un día, un tipo agresivo se le plantó delante del autobús e impidió que continuara la marcha. Acto seguido, el individuo le agredió y le partió las gafas. Era el año 1997, corrían no precisamente buenos tiempos para los conductores de la empresa municipal de transportes de Sevilla. Aquel altercado provocó en Enrique una crisis nerviosa que le causaba un pánico terrible si se tenía que enfrentar al hecho de coger un autobús y salir a la calle a transportar viajeros.
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