David de Santos, ingeniero de Caminos, está terminando de empaquetar toda su vida en tan sólo dos maletas. Se va dos años a vivir a Ecuador, contratado por el Gobierno de ese país para formar a los docentes de sus universidades y abrir allí líneas de investigación. No es el único que emprende esta aventura: 150 cerebros españoles se fugan a Ecuador buscando una luz al final de un túnel profesional que cada vez está más oscuro en España. “Aquí estamos desmontando el país, y Ecuador recoge nuestras piezas”, dice De Santos.
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