Kubert, que comenzó a trabajar como asistente en la industria del cómic con apenas 12 años y publicó su primer trabajo profesional con 16, llegó a ser una de las figuras más relevantes de su generación, tanto por su abundante producción como por su labor editorial y por la fundación de una escuela de cómic, la Kubert Comic School, que fue el trampolín para muchos autores actuales. El legado de Kubert se perpetúa en dos de sus hijos: Adam y Andy. Vía:
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