La comida transcurría con normalidad. Saboreábamos los platos cuando de repente a nuestro comensal le sonó el móvil y mantuvo una animada conversación mientras nosotros seguíamos centrados en el manjar que teníamos enfrente. En la mesa de al lado, uno de los clientes tomaba una foto del plato que tenía delante y la subía a Twitter mientras que más al fondo una mujer miraba absorta la pantalla de su móvil mientras su marido terminaba en solitario la comida. Algunos considerarán esta estampa como una esclavitud de los tiempos modernos, mientras..
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