El cerebro humano es un voraz fagocitador de energía: consume el 14% del total del cuerpo aunque su volumen sólo representa el 3% del cuerpo. Aunque ese 3% parezca poco los humanos somos bastante cabezones, como han aprendido con dolor las madres en el parto. Y la macrocefalia de los humanos podría ser aún mayor si no fuera porque la evolución ideó un ingenioso truco para multiplicar la superficie de la corteza cerebral: plegarse una y otra vez en infinidad de circunvalaciones, resultando su característica forma de nuez.
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