El dueño notaba como día tras día tenía menos sushi y menos producto en la tienda y pensó que alguien le estaba robando. Iba bien encaminado porque descubrió que los ladrones eran dos pingüinos azules que vivían escondidos debajo de la barra del bar, atraídos por el aroma a pescado y también porque suponía una protección contra sus depredadores. La Policía cree que los dos animales pudieron llegar a la tienda mediante las tuberías de agua dulce y ya han sido puestos en libertad en el mar.
Comentarios
El año de Linux en los calabozos
Los pingüinos son muy exigentes, si les gusta el sushi de ese sitio es que es de calidad. Ya lo dice el saber popular: si ves pingüinos aparcados, es que se come bien
Y así el pobre Batman tiene que volver a buscar al Joker.
Digo yo que vender sushi con el sello de calidad "penguin-approved" sería un buen reclamo para la tienda.
A lo mejor lo hacen porque el hombre blanco acabó con las existencias de sushi natural de las que se nutrían