Había una vez, hace mucho tiempo, dos personas muy felices que se llamaban Tim y Maggie, las cuales tenían dos hijos llamados John y Lucy. Para poder comprender lo felices que eran, habrá que entender cómo eran las cosas en aquel entonces. Hay que saber que por aquellos días se les regalaba inmediatamente a los niños que nacían una Bolsa de Pelusas, pequeña y suave. Siempre que una persona metía mano en su bolsa para buscar, sacaba de ahí una Pelusa Caliente muy abrigadora. Había, pues, mucha demanda de Pelusas Calientes, porque siempre que alguien recibía una Pelusa Caliente, eso le hacía sentirse muy contento y abrigado. La gente que no recibía Pelusas Calientes con regularidad estaba en peligro de contraer una enfermedad en la espalda, que le hacía encogerse y morir.