Resulta singular y llamativo ver al tío Teddy acompañado por escolta policial al más puro estilo gangsta yanqui. Este hombre que, siempre lo diré, tiene aspecto de abuelo bonachón, cándido y afectuoso, ha trocado su imagen afable, de ojos benévolos y cabello entrecano, por otra algo más cruel, de mirada adusta y velada por billetes morados de euro.
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La identificación autor-ladrón es, cuando menos, desafortunada. Por generalista, injusta y fragmentaria.